martes, 28 de diciembre de 2010

MUERTOS DE FELICIDAD



Erase que se era y mira que se era un mono vestido de novia y un chango al que le apestan las patas, y eran felices, requeté felices con sus dosis de infelicidad, y felices jugaban, se acariciaban sus partes, se rozaban sus pies aquellos monos chimpancés.

Se dormían juntitos, acurrucados en cualquier rincón calientito de aquella fría y extraña selva-ciudad.

Despertaban heridos de frío-soledad, se calentaban con calor-sinceridad, no importaba nada de nada, no importaban aquellos habitantes de la selva que con sus miradas fusiles, sus caras hostiles y su palabrería que viene y que va.

No importaban tampoco aquellos de su especie, que por el vestido y el horrible olor a patas los expulsaron de su clan. No importaba nada ni nadie, sólo importaban los hijos que no tendrían y que dirían frases como; “qué bonita te ves papá”.

Y como no importaba nadie, un día desaparecieron y se empezó a rumorar, hay muchedumbre de selva que cuenta que murieron de felicidad, muchos dicen que se
los comieron los tigres-prejuicios, otros cuentan que se fueron al fondo del mar; allá donde los hipocampos no preguntan si eres chango, si usas vestido o te gusta bailar, allá donde no les importa si te apestan las patas, te besas con alguien tus partes o te mueres de felicidad…

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